martes, 11 de mayo de 2010

Capítulo 2

Tras empaquetar todas mis cosas y despedirme de mis padres con ojos llorosos, decidí emprender mi viaje hacia aquel reino lejano.

Un carruaje me sirvió de transporte. Mientras los caballos hacían ruidos al caminar, yo miraba el paisaje tan hermoso que había en la ventana. Nunca había salido de aquel pequeño pueblo... Esta era la primera vez que veía el mundo a mi alrededor, lo cual me agrada y aterra a la vez.

Divisé a lo lejos un gran castillo. Supuse que sería el de Lord Ramirsh. Y no me equivoqué. Al llegar, todo lo que había estado pensando por el camino quedó por debajo de mis espectativas... Ese castillo era mejor incluso que el del rey. Con jardines, bosques, patios, y sobretodo amplio. El lugar perfecto para cualquier chica. Menos para mí. Yo no deseaba todo esto. Yo no quería casarme con un noble adinerado cuyo aspecto es más importante que su familia, incluso. Estaba enfadada. Con el rey por ordenarme venir aquí y con Lord Ramirsh por haberme elegido.

Unos criados me acompañaron a dejar mi única maleta prácticamente sin carga a mi nueva habitación... Al llegar, me quedé petrificada. Era inmensamente grande. Aquí podían vivir dos familias. Había tanto espacio...

Poseía de todo: una cama con la que había soñado de pequeña, un guardaropa grandísimo, una alfombra de color beige... Pero esto no era lo que yo necesitaba. Estaba sola. Había perdido a mi familia.

- Señorita,- me llamó una de las criadas.- Lord Ramirsh dice que quiere hablar con usted para darla la bienvenida a este castillo y explicarle el protocolo.

¿El protocolo?

- Dígale a Lord Ramirsh que no saldré de mi cuarto a menos que sea para volver a casa.- contesté mientras me sentaba en mi cama con gesto enfadado.

- Pero el señor dijo...

- No me importa lo que haya dicho el señor.- reproché.- No voy a salir. - cruzé los brazos.

- Como usted diga...- hizo una reverencia y cerro la puerta con sumo cuidado.

Dado que era mediodía, y no había desayunado prácticamente nada, me rugieron las tripas. Tenía hambre. Pero no me daría por vencida. Quizá incluso el noble me dejaba ir.

Alguien llamó a la puerta. La misma chica de antes entró con una bandeja llena de comida.

- El señor dice que por esta vez perdonará su insolencia.- dijo dejando la bandeja de plata en una mesa de color dorado que había cerca de ella. Esta chica no tendría más de 28 años... ¿Por qué habría querido dedicar toda su vida a servir a un noble sin escrúpulos?- Y me ha pedido que la traiga la comida.

- Dígale que no tengo hambre.- contesté con un tono cortante.

- Como usted diga. La dejo la bandeja por si acaso.- se volvió a marchar.

La verdad es que tenía hambre... y mucha. Y la comida tenía muy buena pinta. Pero solo comería algo que prácticamente no se notara si se comía o no... La manzana. Una pieza de fruta tan insignificante y deliciosa.
La cogí con sumo cuidado de no hacer ruido, pues posbiblemente la criada estuviera fuera esperando que comiera o incluso saliera al castillo.

Al terminar, medité mis opciones. Podía escaparme. Era bastante difícil, pero no improvable. Y podía hacerlo por la ventana. Había un árbol de cuyo tronco emanaba una rama bastante gruesa y larga, tanto, que casi rozaba la ventana.

Decidido. Escaparía.

Me animé a abrir la ventana e intentar llegar a la rama. Cuando estaba dispuesta a agarrarme fuerte, me resbalé con una pequeña piedra que había en el alféizar y me salí disparada al suelo... Pero no me rendiría tan fácilmente. Me agarré mientras caía a otra rama que dejaba asomar unas hojas, e intenté sujetarme. Pero la rama crujió y caí.

Había pensado que las caídas eran bastante dolorosas, pero esta fue diferente. Boté, no caí al suelo ni me hice más rasponazos de los que ya tenía en el cuerpo. Entonces me fijé en una sombra en el suelo. No había caído porque alguien me había cogido al vuelo.

Me levanté rápidamente. Lord Ramirsh estaba con una sonrisa torcida y sus ojos posados en mí. Ahora que me fijaba, era bastante apuesto. Sus ojos grises humo, su piel blanca como la nieve, y su sonrisa perfectamente irresistible. Sacudí la cabeza. No podía pensar eso. Me había prácticamente secuestrado.

- Vaya... señorita.... Pensé que nos conoceríamos en situaciones distintas... ¿Qué hacía usted cayendo del cielo?- sonrió ante aquel comentario. Yo no lo hice. Le miraba con odio.

- Nada. Observaba el paisaje y me caí. Simplemente.- mentí. Si le decía que me quería escapar mi plan se acabaría ahora.

- ¿Se piensa usted que nací ayer?- me preguntó.

- ¿Perdón?- repliqué confundida.

- Que no soy ciego, señorita. Usted quería escaparse.- se acercó más a mi, inmovilizándome.- Pues déjeme decirla algo: si consigue salir de este castillo, dese por muerta. Tengo perros rastreadores y hay más de 5 kilómetros de bosque plagados de lobos, osos y quién sabe qué más criaturas los habiten... - rió, y mientras yo le miraba fijamente debatiendo si hacerle caso o no.- Piénselo.

- No le tengo miedo.- él me miró por un momento sorprendido.

- Deberías..- se acercó más.- De hecho, debería darte motivos para temerme...

Me escapé como pude de sus brazos, e intenté correr hacia alguna parte, pero, no sé cómo, al darme la vuelta, él estaba enfrente mía.

- ¿Có--cómo ha...?- me puso entre la pared y él, evitando con sus brazos en paralelo a mi cara que me escapara.

- Pequeña... ¿Cuántos años tienes? ¿12? ¿11? ¡La gente de ese pueblo hacen lo que sea con tal de que permanezca sin hacer nada, incluso enviar a una pequeña mocosa que no sabe nada del mundo...

- Tengo 15.- repliqué enfadada.- Y no soy una mocosa. Sé incluso más que usted en ese aspecto, Lord Ramirsh.- comenté con un tono cortante.- Debería saber que no me voy a quedar de brazos cruzados mirando el cielo. A la menor oportunidad que tenga volveré a casa.

lunes, 10 de mayo de 2010

Aviso

He cambiado el argumento de este blog. Lo siento mucho, pero dado que aún no empecé a escribir la historia, prefiero escribir una idea que se me vino hace poco a la mente... Y también espero que os guste. Es una historia que narra la vida de una chica (Amber) en el año 1820. Y os quería avisar, puesto que no he encontrado muchos vestidos del siglo XIX bonitos y que se vean bien (en realidad no he encontrado prácticamente ninguno), poner otros vestidos y mostrároslos. Sé que probablemente diréis que son vestidos bastante bonitos y algo nuevos para pertenecer a este siglo, pero yo me imagino a Amber vestida de este modo =). Así que espero que os gusten tanto los vestidos como la historia.

Ahora mismo me pondré a escribir el primer capítulo. Decidme si os gusta para seguir, plis. Muchas gracias.

Bss,

Rose.Twi

sábado, 1 de mayo de 2010

Capítulo 1

En un pequeño pueblo de Inglaterra habitaba junto con mis padres. Hoy era el día en que ellos se iban a reunir con el rey de esta pequeña localidad. Era 11 de marzo de 1820, y mientras mi padre dormía y mi madre preparaba gachas, yo no dejaba de pensar la razón de peso por la que el rey nos había mandado llamar a todos, inclusive a mí.

La mayoría de las veces eran ellos los únicos que iban a visitarle, y a contarle lo mucho que necesitan los campesinos que la biblioteca del pueblo sea pública, y no solo privada, como lo es ahora.

Y luego también estaba los casos de chicas desaparecidas que había habido en las últimas semanas por misteriosas razones, tras ir al pueblo vecino a visitar al noble que habitaba, Lord Ramirsh. Algunos dicen que él mismo tuvo algo que ver, lo cual era bastante razonable, pero en seguida el rey lo desmintió. Y lo más extraño de todo esto era que los padres de las desaparecidas no habían hecho nada para descubrir dónde estaban sus pequeñas, ni tan siquiera habían levantado la voz contra el rey. Aunque bueno... acusar al rey de cometer un acto semejante podría llevarte a la horca. Pero había que admitir que todo era bastante extraño... El rey lo único decía cuando le preguntaban era: "Lo siento mucho por las familias, pero no hay nada que se pueda hacer ya."

Los primeros rayos de sol reflejaron sobre mi ventanal. Mis padres tardarían poco en venir a despertarme, pensé.

Y así fue. John y Linda se asomaron con precaución por mi puerta. He de admitir que eran unos padres fabulosos; me habían enseñado a mostrar mis puntos de vista, a tener claros mis ideales , y a hacerme respetar, pues en estos tiempo es difícil que a una campesina la valoren. Además me enseñaron las culturas griega, egipcia y romana, y he de decir que las adoro. Sabía mucho más acerca de los dioses, los griegos y romanos que cualquier noble que haya habitado en la tierra jamás. Y eso se lo debía a ellos.

- Amber.. hija. Despierta.- me susurró al oído con una voz amable.

- Madre... Ya estaba despierta.- contesté mientras me incorporaba de la cama. Mi camisón me quedaba bastante grande, y dejaba partes blanquecinas y rosadas de mis brazos y piernas.

- Es hora de irnos a ver al rey. Ponte algo decente.- me aconsejaron, y se marcharon, cerrando la puerta.

Vestirse para ver al rey era toda una novedad. Por eso mis padres habían reservado un vestido especial para esta ocasión.

Ellos se habían gastado parte de su sueldo en este vestido. No era tan hermoso como el de una princesa, o una joven doncella esposa de un noble, pero lo adoraba. Era un regalo de padre y madre por mi decimoquinto cumpleaños.

La verdad es que mucha gente me confundía con una muchacha de 12 años. Por mi cara angelical como por mi cuerpo tan flacucho, pequeño y pálido, pero no me importaba. Gracias a esto no tenía casi ningún pretendiente. Lo que me alegraba, al contrario que a mis padres. Sé que cualquier chica de mi edad estaría deseando lanzarse a los brazos de un noble que posea mucho dinero, pero yo me niego. Si alguna vez me caso, quiero que sea por amor.

Al bajar por las escaleras de madera, mis padres me esperaban nerviosos. Al verme, sonrieron y me abrazaron.

- Vámonos. Es la hora.

Fuimos caminando hacia el castillo del rey, intentando ignorar las miradas que los campesinos más jóvenes me dirigían.

Finalmente llegamos al castillo, y los sirvientes se encargaron de avisar al rey de nuestra llegada.

Pero, al parecer, tuve que esperar en una gran sala decorada con un montón de artefactos mientras mis padres hablaban con él.

Después de más o menos una hora, me mandaron entrar en su despacho. Mis padres lloraban... ¿Qué habría pasado?

- Amber... ¿No es así?- preguntó con una voz grave el rey. Me fijé que lo acompañaban un chico rubio bastante apuesto y otro bajito y rechoncho.

- Sí, su majestad.- contesté haciendo una reverencia.

- Vamos a plantearla el problema que nos ha surgido, señorita...- comenzó, pasándose una mano por la frente sudorosa. Asentí.- Un noble del reino vecino nos reclama vuestra mano en matrimonio... En realidad, quiere una esposa joven angelical... Y dado que usted tiene 12 años...

- Perdone, tengo 15 años.- corregí.

- Oh, bueno... 15... Prosigo. Dado que usted tiene 15 años, ha sido elegida para viajar al reino vecino a casarse con el noble...

- ¿Y qué pasa si me niego?- le reté, dejándolo por un momento sin palabras.- No quiero casarme; tengo una buena vida, y no quiero estar mirando el alféizar de la ventana cada cinco minutos.

- No puede negarse. - dijo con un tono cortante.- Es una orden del rey. Si no quiere ser enviada a la cárcel.

- Eso no es justo.- me acerqué dos pasos hacia él, pero mis padres se interpusieron.

- Amber... Déjalo. Es suficiente. Ve. Haz lo que diga el rey.- dijo mi madre entre llanto y llanto.

- Pero eso no es justo, madre. - me giré hacia John.- Padre, dígala que no es justo. No merezco ser llevada a la fuerza a cualquier lado.

- Lo siento, Amber, pero es la decisión del rey.

Me sentía humillada.. y frustrada. No había podido hacer nada para permanecer aquí.

- Está bien... Acepto. - el rey suspiró aliviado.- Con una condición.

- ¿Cuál?- preguntó.

- Volver a esta ciudad.

- Si Lord Ramirsh está de acuerdo, por mí de acuerdo.

El joven rubio me llamó antes de irnos a preparar mis cosas para que emprendiera el viaje a vivir con aquel hombre.

- Me llamo Elliot. Sé que esto la sonará raro, Amber.. Pero dentro de dos días irá una paloma a visitarla al castillo de Lord Ramirsh con una carta. Será mía. Debe contestarme, por favor...

- ¿Por qué me ayuda?- pregunté confundida. Su preocupación era evidente.

- Porque sé que lo necesita. Y necesitará hablar dentro de poco con alguna persona. Contacte conmigo mediante la paloma. Envíeme una carta cuando usted quiera, contándome su experiencia y su amistar con Lord Ramirsh. ¿Me ha entendido?- preguntó mirándome a los ojos.

- Sí.

- Entonces la dejo irse a preparar su ropa para su estancia con el noble. Adiós. Recuérdelo bien. Por favor...